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Uno de los trabajos fundamentales que realizo en terapia con las madres es el trabajo con las representaciones maternas mentales, se puede realizar desde el segundo trimestre de gestación cuando la futura madre empieza a elaborarlas. Según las investigaciones psicoanalíticas, el como la mujer se imagina a sí misma, a su bebé y a su madre durante el embarazo evoluciona, de manera que refleja su historia relacional y los con­flictos asociados. Así que podemos ir abordando a su vez esta historia relacional y estos conflictos.

 

Una vez que él bebe ha nacido abordar las representaciones ayuda a trabajar el vínculo, como se percibe y representa ella misma, su bebe y como ello hace que construya una determinada relación. Es fundamental, poner el foco a su vez en los elementos proyectados sobre él bebe y sobre la relación. Este trabajo conecta a la madre con sus vivencias, iremos realizando viajes a través de los que  volverá a momentos emocionalmente significativos vividos por la madre, para que pueda tomar nuevas decisiones y romper con mandatos, creencias impulsores….

 

A veces las representaciones pueden ser aterradoras para la paciente y por lo tanto se manifiestan fuera de su campo de conciencia hasta que son bordadas en terapia. Será importante mostrar a la mujer sus contradicciones, así como los esfuerzos que hace (mecanismos de defensa) para mantener separadas (escindidas) las imágenes contradictorias que ella tiene en su interior. El terapeuta se lo muestra y le explica que en general lo hace para evitar la ansiedad provocada por la percepción simultánea de esas dos imágenes. 

Para que quede más claro, a veces una mujer no puede poner conciencia en que su bebe le molesta cuando llora de una manera muy intensa, porque ha elaborado una representación de su bebe, como un bebe perfecto en todos los sentidos, un bebe bueno y perfecto que no molesta.

Uno de los objetivos principales del trabajo con representaciones mentales es el de la aceptación del bebe como un ser con entidad propia.

Por poneros ejemplos:

Cuando una mujer tiene una representación de ella misma (se imagina a si misma) como una madre siempre positiva y al bebe también lo imagina como siempre positivo, la manifestación más común es la idealización, con las dificultades que conlleva imaginar la maternidad como siempre positiva.

Cuando una madre tiene una representación de ella misma como una madre negativa (negligente, que no está presente, que no va a poder, no ser capaz…) y una imagen de su bebe como un bebe siempre positivo, la manifestación que suele aparecer es la culpa o la depresión.

Existen otras posibilidades en las que las manifestaciones más comunes son la persecución del bebe o la disociación de la madre.

En terapia trabajaremos para que las representaciones sean lo más reales posibles, que la madre se pueda imaginar a veces positiva y a veces negativa (en algunos momentos actuará bien y en otros errará, muy vinculado con el concepto de “madre suficientemente buena”) y pueda imaginar a su bebe a veces positivo y a veces negativo, lo que nos llevara a una ambivalencia muy saludable para transitar la maternidad.

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