Que importante es saber gestionar nuestras emociones para poder ser felices. A nivel cognitivo es fundamental tener consciencia de la existencia de emociones en uno mismo y en los demás, así se empieza a pensar en ellas, se reconocen e identifican.
Para ello es fundamental ponerle nombre a cada una de las emociones. Cuando le ponemos nombre a una emoción estamos tomando conciencia de la misma, la estamos situando en el plano consciente y esto nos permitirá iniciar la gestión de la misma desde nuestra parte más racional.
Cuando un niño puede expresar y nombrar lo que está sintiendo, su estado emocional resulta más manejable para sí mismo y menos confuso.
Por eso estas últimas semanas hemos estado trabajando con los niños y niñas dos emociones muy concretas:
Nerviosismo y Tranquilidad
Han aprendido que significa cada una de ellas, a detectar donde las sienten en su cuerpo y las hemos puesto en contexto, indagando sobre una situación que les pone nerviosos y haciéndose conscientes de que les tranquiliza.
Estos son algunos de los ejemplos:
Niña 6 años: “Me pone muy nerviosa la piscina y me tranquiliza que haya socorristas que me miran”
Niña 5 años: “Me pongo nerviosa cuando la gente grita y me tranquiliza meditar”
Niña 7 años: “Me pone nerviosa estar en el hospital y me tranquiliza la meditación”
Niña 6 años: “Me ponen nerviosa los exámenes y me tranquiliza la naturaleza, los animales, las plantas, el sol…”
Niña 6 años: “Me ponen muy nerviosa las colas de las barracas de Port Aventura y me relaja ir a la playa”
Niño 6 años: “Me pongo nervioso cuando mi hermana ronca y me tranquiliza jugar con mi aita”
Niña 8 años: “Me pone nerviosa la oscuridad y me tranquiliza meditar y mi oso de peluche”
Niño 8 años: “Me pongo muy nerviosos cuando me van a poner una vacuna y me tranquiliza el sonido de los delfines”
Niña 10 años “Me pone muy nerviosa que rallen con el tenedor la bandeja del comedor, ese ruido me pone muy nerviosa y me tranquiliza el sonido de las olas del mar”
Niña 9 años “Me puse muy nerviosa cuando mis padres tuvieron a mi hermano pequeño y también cada vez que voy a ver a mi abuelo que vive lejos, me tranquiliza el sonido del mar, el sonido de los periquitos y la naturaleza”
Cada vez más, los progenitores queremos ser partícipes de la educación emocional de nuestros hijos y a veces por falta de recursos, esto nos hace sentir inseguros. Es por ello que les hemos animado a los niños a que hablen de estas emociones con sus padres, madres o tutores, que compartan con ellos que les pone nerviosos y que les tranquiliza. Para pedirles a ellos también, que verbalicen y compartan situaciones les ponen nerviosos y que les tranquiliza, porque antes de poner palabras a las emociones de nuestros hijos e hijas, debemos ser capaces de ponerles nombre a las nuestras.
Se convierte en un juego que podemos compartir en familia y que ayuda a ponerle nombre a tus emociones y a las de los que te rodean, os animamos a practicar. En clase lo seguiremos haciendo y trasladaremos herramientas para poder seguir en casa, en un entorno más familiar.
¡Animo familias lo estáis haciendo muy bien!
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