¿Por qué tu terapeuta no es tu amiga?
Si alguna vez te has planteado acudir a terapia, es posible que te hayas preguntado cómo debería ser tu relación con tu terapeuta. Una de las ideas más importantes, aunque a veces incómodas, es entender que tu terapeuta no es tu amiga. Este límite no significa distancia o falta de empatía, sino que es un acto de respeto hacia tu proceso personal y emocional.
En una amistad, las emociones y responsabilidades son compartidas. Ambas personas se apoyan mutuamente y cumplen un rol recíproco. Pero en terapia, tú no tienes que cuidar a nadie ni preocuparte por el bienestar de la otra persona. Este es un espacio único y exclusivo para ti, diseñado para que puedas explorar tus emociones sin juicios, exigencias o expectativas.
El valor de este límite en la terapia
Es común que las mujeres, especialmente aquellas que somos muy autoexigentes o perfeccionistas, sintamos la necesidad de cuidar a los demás incluso en espacios diseñados para su propio bienestar. Sin embargo, en terapia, este patrón se rompe.
Tu terapeuta establece un límite claro para asegurarse de que este sea un espacio donde tú seas la única prioridad. No tienes que “portarte bien”, agradar o preocuparte por nada que no sea tu propio proceso emocional.
¿Por qué no es una relación de amistad?
La amistad, por definición, implica reciprocidad: ambas personas se apoyan, se cuidan y comparten sus vidas. Pero en terapia, esta dinámica no se da porque el objetivo es que tú tengas un lugar seguro, donde no tengas que cumplir expectativas ni preocuparte por la otra persona.
Si tu terapeuta se comportara como una amiga, podrías sentir que tienes que cuidar de ella, preocuparte por su estado emocional o incluso limitar lo que compartes para no “afectarla.” Esto sería contraproducente para tu sanación y autodescubrimiento.
Un espacio único para ti
Entender que tu terapeuta no es tu amiga no debe interpretarse como frialdad o rechazo. Por el contrario, este límite te permite profundizar en tus emociones y experiencias sin temor a ser juzgada o a “cargar” con los problemas de otra persona. Es un lugar donde puedes explorar quién eres realmente, sin filtros ni máscaras.
Si sientes que estás gestionando demasiadas responsabilidades en tu vida profesional, personal y familiar, tal vez sea hora de permitirte este espacio exclusivo para ti. La terapia es ese lugar donde puedes soltar, respirar y recordar que cuidar de ti misma no es egoísmo, sino autocuidado.
El límite de no convertir la relación terapéutica en una amistad es un regalo para ti. Es un espacio diseñado para que puedas ser vulnerable, auténtica y priorizar tu bienestar emocional. La próxima vez que pienses en acudir a terapia, recuerda que esta no es una relación de amistad, sino algo mucho más valioso: un espacio seguro creado solo para ti.
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