La semana pasada hemos cerrado uno de mis talleres favoritos; el de Respiración. A mí me encantaría llamarlo “Respiración para la calma”, pero ya lo usa una formadora gallega, Victoria Ambros, y no me gustaría que le sentará mal el plagio, pero creo que es el mejor título posible.

Todos mis talleres los inicio de la misma manera, pidiendo a los asistentes que se presenten y que me comenten cuáles son sus expectativas en cuanto al taller. En este caso, me llevé una gran sorpresa, ya que hasta el octavo asistente no se pronunció la palabra “respiración”. En cambio, los 8 primeros participantes hablaron de que necesitaban más calma, que estaban muy estresados y querían parar, que necesitaban herramientas para tranquilizarse… Con lo que les confirmé que estaban en el lugar adecuado.

Tratamos la necesidad de romper con el hábito de ir con prisas y aprender a estar con nosotros mismos, escuchando nuestro cuerpo y sin hacer nada, absolutamente nada, sólo centrarnos en la actividad de la respiración.

Para ello, en la primera sesión repasamos cómo funciona la respiración y cómo malos hábitos respiratorios se traducen en una respiración superficial y perjudicial. Nos sorprendimos con la facilidad de conseguir mediante sencillos ejercicios, la posibilidad de relajar todos los músculos que rodean la caja torácica y dar flexibilidad a la misma. Comprobamos cómo un cuerpo sin tensiones ni sobrecargas respira mejor.

Trasladamos varias rutinas respiratorias sencillas para que pudieran practicar a lo largo de la semana y pedimos a los asistentes que trajeran varias reacciones fisiológicas y una emoción asociada a algún momento desagradable que hayan vivido. Con estas experiencias logramos entender la reacción más fisiológica del estrés y su componente más mental, analizando las demandas de tipo psicosocial con las que nos enfrentamos cada día en nuestra sociedad moderna (un despido, un problema de pareja, una no consecución de objetivos laborales o como madre o padre…). En muchas ocasiones estas demandas parecen ser mayores que las capacidades que tenemos las personas para sobrellevarlas y eso es el estrés. Y con las estrategias de afrontamiento, llegamos a la necesidad de PARAR. Parar para “responder en vez de reaccionar”. Aunque sólo puedas realizar unas respiraciones conscientes (parar un ratito) varias veces al día, el efecto será muy beneficioso para tu salud.

Acabamos practicando varios tipos de respiración y ejercicios sencillos, para facilitar y simplificar la practica en el día a día. La práctica de la respiración consciente, es imprescindible. Se requiere antes un aprendizaje en situaciones relajadas y tranquilas, para poder ser capaz con la práctica de activar una respiración consciente en situaciones de crisis.

No quiero acabar este artículo sin agradecer a todas las personas que asistieron al taller, por participar, por sorprenderse, por dejarse llevar y disfrutar del placer de respirar conscientemente. Ha sido un placer.

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